Gonzalo Zunino (*)
El comienzo de la vacunación en Uruguay y el resto de países del mundo genera la sensación de que el episodio de pandemia está llegando a su final. Probablemente, sea cuestión de meses para que las poblaciones vayan alcanzando la tan esperada inmunidad de rebaño y la vida retorne a una situación donde la movilidad social no represente una amenaza para la salud pública.
Esta situación seguramente suceda en Uruguay en la segunda mitad del año, lo que sin dudas es una buena noticia. No obstante, cada mes adicional durante el cual no se alcance la inmunidad, es un mes con impactos relevantes en materia de salud y para la economía. De esta forma, el año 2021, aunque probablemente será recordado como el año en el que finalizó la pandemia del COVID-19, será un año jalonado con enormes desafíos sanitarios y económicos, que pueden dejar secuelas importantes que podrían afectar el futuro de nuestra sociedad.
La situación de los próximos meses
El desafío de más corto plazo que enfrentan las autoridades este año es sanitario, aunque obviamente tiene consecuencias económicas. Desde el último trimestre de 2020 la propagación del COVID-19 se aceleró en Uruguay alcanzando cifras que durante los primeros meses de pandemia eran inimaginables. Durante los meses de enero y febrero, las cifras de contagios, ocupación de CTI y muertes cedieron moderadamente, pero la situación volvió a adquirir una dinámica creciente en las últimas semanas. Esta aceleración reciente de la propagación del virus ha posicionado a Uruguay, según los datos de Our World in Data, como la nación latinoamericana con mayor número de nuevos casos de COVID-19 por habitante[1].
Controlar la propagación de la pandemia es fundamental por razones sanitarias. En lo que va del 2021, se llevan contabilizadas 610 muertes por coronavirus (casi 8 fallecimientos por día, en promedio), siendo 93 los decesos en la última semana[2]. Es esperable que el avance de la vacunación comience a reducir estas cifras, pero al mismo tiempo la dinámica de los contagios incrementa el riesgo de saturación del sistema de salud[3], lo que agravaría notoriamente la situación.
Desde el punto de vista económico, la profundización de la pandemia también tiene consecuencias. La situación sanitaria no permite reabrir un conjunto de actividades económicas, limita el funcionamiento de otras, incluyendo el sector turístico, que continúa reducido a los flujos internos, al tiempo que el elevado número de contagios y cuarentenas por contactos se plasma en ausentismo e interrupciones frecuentes de la actividad laboral. Al día de hoy, Uruguay presenta cifras record de casos activos desde el inicio de la pandemia, superando las 13.000 personas cursando la enfermedad.
Atendiendo al punto anterior, aún en el caso de que las autoridades opten por no restringir actividades, si la propagación del virus continúa en ascenso, los contagios y las cuarentenas determinarán de hecho una disminución de la movilidad, afectando aún más el funcionamiento de la actividad económica, deteriorando la situación en el mercado de trabajo y generando complicaciones en el sistema educativo.
Usualmente, se suele pensar en un dilema (trade-off, en inglés) entre la situación sanitaria y la económica. Si bien es claro que en el muy corto plazo dicho trade-off existe, en una mirada menos cortoplacista, los datos internacionales dan cuenta de que son justamente los países que han tenido mayores problemas para controlar la pandemia los que presentaron mayor deterioro de la economía. Esto se debe a que un descenso brusco de la actividad por un lapso de tiempo relativamente corto puede permitir ganar varios meses de actividad relativamente normal, por lo que al cabo de un período más largo, los efectos económicos del freno de actividad inicial podrían resultar positivos.
El falso dilema entre economía y salud en países de América Latina y el Caribe. Muertes por COVID-19 cada 1000 hab. y variación % del PIB (2020).
Fuente: Our World y Data y FMI
Con la vacunación ya en proceso, es posible que los beneficios a mediano plazo de una reducción significativa de la movilidad, como ocurrió al inicio de la pandemia en Uruguay, no logre compensar los costos económicos iniciales de la medida. Sin embargo, esto dependerá del tiempo que lleve alcanzar la tan mentada inmunidad de rebaño. Mientras mayor sea el tiempo necesario para alcanzar la inmunidad, menor sería el perjuicio económico neto de una reducción significativa de la movilidad actual, siempre que la medida permita alcanzar un mayor control de la propagación del virus.
En cualquier caso, más allá de los costos económicos de corto y mediano plazo, el desafío para la política pública en los próximos meses es, fundamentalmente, sanitario y consiste en impedir que se concreten centenares de muertes evitables.
Los desafíos económicos de corto y mediano plazo
La naturaleza del shock original causado por la pandemia es, esencialmente, coyuntural, pero la extensión en el tiempo de la recesión y la lenta recuperación de la actividad podrían tener efectos duraderos sobre la economía. Es posible, que la llegada de la vacuna permita retornar de forma progresiva a una situación de cuasi-normalidad y que en este contexto, la economía uruguaya pueda recuperar la senda de crecimiento, aunque es probable que el futuro ritmo de expansión sea más débil que en el pasado.
La prolongación y profundidad del shock podrían determinar que parte de los impactos, en principio coyunturales, tengan efectos de larga duración. En todos los episodios de crisis, a pesar de que el origen de las perturbaciones sea un episodio transitorio, se producen impactos económicos que perduran en el tiempo. En concreto, la caída en situación de pobreza de un contingente importante de la población, además de todo el problema de corto plazo asociado a la situación de privación de consumo de los afectados, puede generar dificultades de largo plazo en materia de acumulación de capital humano y provocar fenómenos sociales que afectan las condiciones de crecimiento a largo plazo de la economía.
En un sentido similar, las dificultades para el funcionamiento del sistema educativo durante el período de pandemia, con menor participación de los sectores más vulnerables, puede operar generando impactos de mayor aliento en cuanto a las posibilidades de capacitación de la población, afectando negativamente sobre las posibilidades de integración social e incrementando la desigualdad de oportunidades. Un punto adicional con impacto sobre el capital humano podría asociarse a ciertos efectos negativos en materia de salud, más allá del COVID-19, vinculados al debilitamiento de los controles de rutina y otras formas de atención médica durante el período de pandemia.
Finalmente una destrucción muy importante del tejido productivo derivado de la quiebra de empresas durante la etapa de pandemia, también podría tener efectos de más largo aliento, que podrían impactar, directamente, sobre la potencialidad de recuperación de la economía. En este sentido, la superficialidad de las medidas de mitigación de los efectos sobre vastos sectores sociales y productivos (vinculados a los sectores de servicios turísticos, de entretenimiento, etc.) resultan preocupantes. El trasfondo de la respuesta parece indicar una preocupante subestimación de los estrechos vínculos entre los impactos de corto plazo de la pandemia y las graves repercusiones que la prolongación de la crisis sanitaria podría provocar sobre las posibilidades de crecimiento económico en el futuro.
En todos los casos mencionados anteriormente, la orientación y profundidad de las políticas públicas es crucial para evitar que el impacto transitorio de la pandemia deje secuelas permanentes en la economía y sociedad uruguaya. El papel del Estado será fundamental en la recuperación de ésta y todas las economía afectadas por la pandemia, incluso más allá del año 2021. Por ese motivo, los objetivos fiscales deberían estar presentes, pero relegados a un segundo plano al menos durante lo que resta del presente año 2021, tal como proponen varios organismos internacionales y se observa en forma generalizada a nivel internacional.
Las perspectivas económicas para 2021 y 2022
Mañana 24 de marzo se publican los datos de actividad correspondientes al cierre de 2020 lo que reportará insumos relevantes para reestimar nuestras proyecciones para 2021. Con la información disponible, esperamos que el PIB de la economía uruguaya retome el crecimiento durante este año, pero a una tasa menor a la prevista hace algunos meses. En concreto, esperamos que el PIB se expanda 2,3% en 2021 y 2,2% en 2022[4]. Estas proyecciones, no obstante, están sujetas a la gran incertidumbre que genera la evolución reciente de la pandemia. Aún sin considerar la necesidad de nuevas medidas que determinen un significativo descenso de la movilidad, las proyecciones actuales alejan definitivamente las expectativas de recuperación en “V” de la actividad económica y dilatan hasta 2023 la recuperación de los niveles promedio de actividad de la economía uruguaya que se registraron en 2019.
En lo que respecta al mercado laboral, también, proyectamos una leve recuperación del empleo en el transcurso de 2021, aunque manteniendo niveles de ocupación inferiores a los existentes previos a la pandemia[5]. Esta moderada recuperación se dará en un contexto donde los salarios reales volverán a mostrar una contracción del orden del 1.5% en el promedio anual, lo que determinará que los ingresos de los hogares se mantendrán, prácticamente, estancados durante el año en curso. En este contexto, parece poco probable que el previsible deterioro de los indicadores de incidencia de la pobreza generado durante 2020 (aún no conocidos) pueda revertirse en 2021 sin una decidida intervención del estado, que parece no estar sobre la mesa.
(*) Investigador de Cinve. Doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Madrid (correo: [email protected])
[1] https://ourworldindata.org/explorers/coronavirus-data-explorer?zoomToSelection=true&time=2020-03-01..latest&country=USA~GBR~CAN~DEU~ITA~IND®ion=World&pickerMetric=location&pickerSort=asc&Metric=Confirmed+cases&Interval=7-day+rolling+average&Align+outbreaks=false&Relative+to+Population=true
[2] Cifras actualizadas al 21 de marzo.
[3] Reporte SUMI CTI 20/03 señala 174 pacientes COVID-19 en CTI. Ocupación total: 65.8%. Ocupación por Covid: 21.9%. 796 camas operativas. 524 camas ocupadas. https://sumi.uy/reporte-sumi-cti-20-03/
[4] Predicción y diagnóstico N°97. https://cinve.org.uy/pib-habria-caido-61-en-2020-y-no-se-recuperaria-nivel-de-actividad-de-2019-hasta-2023/
[5] Monitor Laboral. Marzo 2021. http://www.observatorioseguridadsocial.org.uy/index.php/24-observatorio-de-seguridad-social/109-monitor-laboral-marzo-2021
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay