Impactos del Covid-19 sobre el producto potencial de Uruguay

Silvia Rodríguez-Collazo (*)

La crisis sanitaria que se inició en Uruguay en marzo de 2020 tuvo efectos económicos inmediatos, desencadenando una abrupta caída del nivel de actividad en el segundo trimestre del año pasado que resultó en una contracción anual del PIB del 5,9%. El momento en que llegará a su fin la epidemia es, por cierto, un evento incierto. En cualquier caso, en el plano económico y social las consecuencias no finalizarán cuando se haya logrado controlar el avance del virus y se haya podido reducir el número de contagios. Algunos de los efectos negativos persistirán una vez que la epidemia cese y podrían afectar las perspectivas de crecimiento para los próximos años.

Inicialmente, se esperaba que el impacto recesivo de la pandemia fuera meramente transitorio y que, pasados algunos trimestres, las actividades afectadas por las medidas adoptadas para hacer frente a la emergencia sanitaria volverían a la situación pre-pandemia. Estas previsiones no se han visto reflejadas en la realidad. Las medidas de contención de los contagios provocaron un shock de oferta, al que se le sumó el efecto contractivo en la demanda interna asociada al escenario recesivo. Ha pasado ya más de un año y aún no es posible determinar cuándo se diluirían los efectos de la crisis. Estudios previos indican que los factores que deprimen la demanda interna pueden afectar de forma persistente el producto potencial. La prolongación del escenario contractivo podría manifestarse en caídas del nivel del producto potencial, entendido éste como el máximo nivel de producción que se podría alcanzar en ausencia de perturbaciones cíclicas como las que está enfrentando la economía uruguaya. De hecho, la prolongación de la crisis podría afectar las futuras tasas de crecimiento. En una nota de Rafael Mosteiro, publicada en el Blog SUMA (1) en el pasado mes de abril, se aportaban estimaciones del crecimiento del producto potencial y se alertaba acerca del deterioro que se viene registrando en las perspectivas de crecimiento a largo plazo de Uruguay.

Desde una perspectiva metodológica alternativa a la utilizada por Mosteiro es posible llegar a conclusiones similares, analizando la trayectoria de la acumulación de capital físico y humano, así como la eficiencia con la que se combinan, sin duda pilares fundamentales del crecimiento económico potencial de la economía uruguaya. El análisis, en este caso, pone foco en los diversos canales a través de los que la permanencia de una situación deprimida de la actividad económica podría terminar provocando reducciones en el nivel del producto potencial y en su tasa de crecimiento.

La línea de argumentación que apunta a subrayar que la dinámica de corto plazo de la economía puede impactar negativamente sobre el crecimiento potencial advierte sobre los riesgos que se asumirían a través de la aplicación de una política fiscal inadecuada que podría llegar a impactar, en última instancia, sobre la sostenibilidad del endeudamiento público. Precisamente, en el último informe divulgado por la calificadora de riesgo soberano S&P se menciona el eventual deterioro de las expectativas de crecimiento a largo plazo como uno de los factores que podrían implicar una revisión de la calificación crediticia de Uruguay (2).

No se requieren explicaciones demasiado sofisticadas para entender que la disponibilidad de mano de obra, el nivel de calificación de los recursos humanos y el vigor del proceso de acumulación de capital físico, incluidas las infraestructuras, resultan factores fundamentales para explicar el comportamiento de la capacidad productiva de una economía. Precisamente, desde esta perspectiva, los shocks negativos que provocan recesiones que se extienden en el tiempo tienen la capacidad de impactar sobre el crecimiento potencial a través de sus efectos sobre la acumulación de capital físico y humano.

La crisis del Covid-19 muestra una dinámica asimétrica en la trayectoria del nivel de actividad. El impacto recesivo inicial se manifestó a través de una rápida caída del PIB (en el segundo trimestre de 2020), mientras que el proceso de recuperación de la actividad económica se ha venido manifestando de forma más lenta que lo previsto inicialmente y no está logrando arrastrar a todos los sectores de actividad. En este contexto, la extensión de la emergencia sanitaria está afectando de forma muy distinta a distintos sectores de actividad.

Dentro de los sectores más afectados se encuentran aquellos cuya rentabilidad viene de la mano de la globalización, entre ellos no cabe duda que uno de los sectores de actividad más afectados por la pandemia es el de servicios turísticos. Las medidas de distanciamiento social y las restricciones para la movilidad interna e internacional de las personas significaron, en muchos casos, la interrupción de la actividad de muchas empresas. Parece razonable conjeturar que, en la medida en que la situación sanitaria vaya mejorando, algunas de estas empresas retomarían su actividad. Es de esperar que el avance de los programas de vacunación en nuestro país, y en los países de origen de los turistas que nos visitan, contribuya a que el sector pueda recuperarse y volver a contratar a un importante número de trabajadores que vieron interrumpidos sus vínculos laborales.

No hay razón para poner en duda que el turismo de “sol y playa” se recuperará una vez que finalice la crisis sanitaria. Cuando vuelvan a abrirse las fronteras, cuando la circulación de personas pueda lograrse con niveles de seguridad aceptables, seguramente, volverán a ingresar turistas al país, lo que permitirá que hoteles, restaurantes y otras actividades conexas, puedan recuperar total o parcialmente su actividad en los destinos tradicionales de la temporada estival.

Existen otros sub-sectores para los que el fin de la emergencia sanitaria no significaría de forma automática un retorno a la situación pre-pandemia. Nada indica que el turismo asociado a convenciones y reuniones internacionales pueda exhibir una trayectoria de recuperación similar a la que podría registrarse en el turismo tradicional de “sol y playa”. Los cambios de hábitos y comportamientos generados por la pandemia han acelerado el avance de las modalidades de comunicación no presenciales y no hay razón para esperar que estos procesos se reviertan de forma inmediata. En este contexto, es altamente probable que una parte de las infraestructuras montadas para acoger estas actividades no pueda volver a utilizarse para los fines para los que fueron construidas originalmente. Este proceso rápido de obsolescencia impactará sobre la productividad del capital utilizado en estas actividades, lo que se manifestará en una reducción del producto potencial. Obviamente, el cierre definitivo de algunas empresas profundizaría este proceso y complicaría las posibilidades de recuperación de puestos de trabajo que eran ocupados por trabajadores que habían generado habilidades de alta productividad en el sector.

Es evidente que el nuevo contexto no sería especialmente propicio para que las empresas del sector turístico realizaran nuevas inversiones. La capacidad instalada de muchas empresas tendría altos niveles de ociosidad y, difícilmente, el sector de servicios turísticos logre recobrar la importancia que tuvo durante la última década en materia de inversión y de modernización de infraestructuras. Es probable, incluso, que en el nuevo escenario se produzcan cambios de propiedad en las empresas e intentos de reconversión de las infraestructuras hacia otro tipo de actividades.

Estos procesos de reconversión y reestructuración de empresas impactarán, previsiblemente, sobre el número de empleados y, también, sobre la productividad de los trabajadores que se desplazarían hacia nuevas ocupaciones. Nada indica que los trabajadores puedan aprovechar las destrezas y las habilidades de la misma forma que lo hacían en sus anteriores puestos de trabajo, lo que afectaría los niveles de productividad. Los resultados que se derivarían de la crisis implicarían menores niveles de ocupación y posibles pérdidas de capital humano aplicado en el sector. Sólo considerando el ejemplo mencionado en términos de puestos de trabajo, el Ministerio de Turismo estima que los puestos de trabajo vinculados al turismo de reuniones y eventos internacionales involucran aproximadamente a 5000 personas (3). Pero, no es necesario resignarse a esas pérdidas, hay opciones para evaluar, las políticas de desarrollo productivo, cuyo objetivo es proteger el desarrollo existente de los retrocesos causado por shocks transitorios evitando pérdidas de capacidades valiosas son una vía posible a recorrer.

La situación por la que está atravesando el sector de servicios turísticos no es una excepción, aunque representa, sin duda, un caso paradigmático a la hora de ejemplificar los efectos que está teniendo la prolongación de la emergencia sanitaria sobre el nivel actual del PIB potencial y, lo que es aún más importante, sobre su tasa de crecimiento.

Desde el inicio de la crisis sanitaria se viene observando una reducción de la tasa de actividad cuyos motivos son relevados en la Encuesta Continua de Hogares que publica mensualmente el Instituto Nacional de Estadística (4). En marzo de 2021, de los trabajadores inactivos que estaban dispuestos a trabajar, los factores económicos coyunturales, como la propia epidemia, explicaban la situación del 17,6% de esos inactivos. Los trabajadores que abandonaron la búsqueda de empleo representaban otro 17,2%, son los desalentados en la búsqueda de trabajo, mientras que el 14,1% no buscaban empleo porque las labores domésticas y de cuidados familiares no les permitían trabajar. La persistencia de estas situaciones, que empezaron siendo coyunturales, podría extenderse en el mediano plazo, provocando efectos duraderos sobre el funcionamiento del mercado de trabajo.

Es necesario tener en cuenta que los niveles de letalidad que tiene esta epidemia en Uruguay tendrán efectos negativos y permanentes en el número de personas en edad de trabajar, afectando por esta vía el nivel del producto potencial.

Esta crisis sanitaria tiene efectos asimétricos sobre los distintos sectores de actividad. En algunos, incluso, podría dar lugar a reestructuras o reasignaciones que, finalmente, resulten en mejoras en la productividad. Este sería el caso, si las actividades de baja productividad perdieran peso relativo respecto a las de alta productividad. Pero al menos durante el lapso de tiempo, hasta que dichas mejoras pudieran concretarse, es dable esperar que predominen los efectos negativos. En el corto y en el mediano plazo el resultado podría expresarse, por ende, en una reducción neta de la productividad, dado que el origen de la crisis por la que está atravesando la economía uruguaya no es económico, sino sanitario.

Por otra parte, la pandemia ha requerido instrumentar medidas de reducción de la movilidad. Entre ellas adquiere importancia la no presencialidad en la educación, en particular, en la enseñanza inicial, primaria y secundaria. Los efectos de la no asistencia a clases presenciales en niños y adolescentes son bien conocidos, y han sido estudiados desde diversas perspectivas. En todos los casos, se concluye que este tipo de medidas, aunque vengan acompañadas de esfuerzos como los realizados en nuestro país, para asegurar la virtualidad. El deterioro de los procesos de aprendizaje y la pérdida de motivación de los alumnos que participan de las actividades educativas representan amenazas bien tangibles sobre el proceso de acumulación de capital humano.

Es bien sabido, asimismo, que las posibilidades de acceso a la educación por vía virtual son menores para los sectores más vulnerables de la sociedad. En particular, se ha constatado que estas dificultades redundan en una mayor deserción, lo que profundiza la distancia entre los resultados educativos obtenidos en contextos favorables y desfavorables (5). En una nota de Adrián Fernández, publicada recientemente en el Blog SUMA, se plantea la necesidad de dar respuesta desde las políticas públicas, a posteriori de la pandemia, con el propósito de superar las brechas de aprendizaje, muchas preexistentes, pero que se han profundizado como consecuencia de la pandemia (6).

La efectividad de la acción de las políticas públicas para superar los deterioros emergentes a nivel educativo resultan claves si es que se pretenden evitar efectos duraderos sobre el nivel de calificación de los trabajadores. Las repercusiones que tendría el fracaso en esta materia impactarían sobre las perspectivas de crecimiento económico en el mediano y largo plazo. La consolidación del rezago en los aprendizajes y la mayor deserción educativa determinaría que en 10 o 15 años un menor número de trabajadores haya logrado culminar el ciclo de enseñanza secundaria, lo que comprometería el capital humano e impactaría negativamente sobre el crecimiento potencial de la economía uruguaya. La acción oportuna sobre estos problemas contribuiría a evitar una erosión de las posibilidades futuras de crecimiento económico y, lo que es aún más importante, comprometería el bienestar de amplios sectores de la población.

La conexión entre las urgencias  impuestas por la difícil coyuntura por la que estamos atravesando y la generación de mejores condiciones para el crecimiento económico de largo plazo es uno de los ejes fundamentales que deben ser contemplados al diseñar la respuesta de política pública en las actuales circunstancias. Si se prolongaran en el tiempo las dificultades productivas, laborales y educativas que nos afectan, no es improbable que la economía uruguaya vuelva a enfrentar muchos problemas que creíamos superados. Los desafíos de corto y largo plazo se encuentran, como nunca antes, estrechamente vinculados.

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Referencias

Bodnár K.;Le Roux J.;López García, P.;Szorfi,B. (2020) “The impact of COVID-19 on Potential Output in the Euro Area” . ECB Economic Bulletin, Issue 7/2020

https://www.ecb.europa.eu/pub/economic-bulletin/articles/2020/html/ecb.ebart202007_01~ef0a77a516.es.html

Domínguez, M.; Lanzilotta,B.; Rego,S.; Regueira,P. (2014), “Productividad total de factores en Uruguay. 1991-2013”. Documento de Trabajo  01/2014 . Octubre 2014. CINVE. ISSN 1688- 6186.

https://www.cinve.org.uy/wp-content/uploads/2014/10/DT-01-2014_PTF.pdf

Fernard,J.;Li H. ; Ochse,M. (2021) ” Future Output Loss from COVID- Induced School Closures”. FRBSF Economic Letter. Febrero 16 . Research from the Federal Reserve Bank of San Francisco.

Fernard,J.;Li H. (2021) “The Impact of COVID on Potential Output”. Federal Reserve Bank of San Francisco. Working Papers Series. WP 2021-09.

World Bank (2021). Acting Now to Protect the Human Capital of Our Children: The Costs of and Response to COVID-19 Pandemic’s Impact on the Education Sector in Latin America and the Caribbean.  World Bank, Washington, DC. © World Bank.

https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/35276

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(*) Investigadora asociada del Centro de Investigaciones Económicas (CINVE), Investigadora del Instituto de Estadística (IESTA) de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración. Universidad de la República, Uruguay. (Twitter: @SilviarCollazo, correo: [email protected])

Entrada escrita para el Blog SUMA de CINVE www.suma.org.uy.

Post Author: Magdalena Nantes